Si piensas que la inteligencia artificial reemplazará a los vendedores en el corto plazo, esto no es realista. Aún es necesario que ambos trabajen a la par. Te contamos en esta nota por qué.
Si vendes un producto simple y/o de bajo precio, es probable que un cliente tolere la interacción del chatbot, siempre y cuando la conversación que mantenga sea rápida y fluida y requiera una sobrecarga cognitiva baja. Pero para los bienes y servicios complejos, los chatbots modernos no llegan a igualar las capacidades de los vendedores humanos.
Al igual que los agentes virtuales, los chatbots son elegidos, cuando los usuarios deciden renunciar a la interacción humana para autoabastecer una necesidad puntual y beneficiarse de ella. Por ejemplo, preferirán un agente virtual antes que realizar una cola en un aeropuerto. O en un supermercado, pasarán por la máquina selfcheck, siempre y cuando la cantidad de los productos comprados sea pequeña. En cambio, preferirán un cajero humano si llenaron su changuito para evitar errores.
Podríamos concluir que frente a situaciones en las que la automatización del autoservicio, como los chatbots, es práctica, rápida y sencilla, el cliente optará por ellas. En cambio, la complejidad genera la necesidad de interactuar con personas reales.
Nacidos bajo el ala de la inteligencia artificial, la aplicación del chatbot en la actualidad responde a la búsqueda de cómo utilizar la tecnología para hacer que los seres humanos sean aún mejores y más competitivos en lo que hacen, mejor que las computadoras, en lugar de reemplazarlos.
De todos modos, es una realidad que si bien los clientes todavía valoran mucho la interacción con los vendedores, les resulta cada vez más difícil tolerar la espera cuando están buscando ayuda. Los clientes están hambrientos de tiempo y navegando en un mercado muy competitivo. ¿Vas a arriesgar que tu cliente se vaya a la competencia por no obtener la respuesta a su tiempo?
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